La sangre ya se cansa.
Tanto bandolero se arrima que la cutícula modula y arranca
jirones del dedo no vivido y
otra vez en robo
la casa se desaprovisiona de calores.
La sangre ya se cansa.
Un salto de payaso se burla del vacío, agarra su panza y
en el temblor de sus grasas
ve amedrentada su sonrisa:
callo en la lengua entonces,
acantilado en los labios;
todo choca en ángulos y en ángulo muere.
La sangre detenida es eslabón
y es grillete.
Murió así el riñón de la suerte.
La sangre zarpó sin nosotros.
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