lunes, 31 de diciembre de 2018

El hombre aquel






una nube ha calculado mal su viaje
se cruza en mi camino
arrastra un peso de libélulas
da sed en el rincón de donde nace
y narra
una historia donde el hombre aquel me tiene prisionera

pasan los años y algunas cosas se revelan
el agua sigue fluyendo
y en la cocina se cocina
y en el baño se baña
los esmaltes el perfume y los ruleros
cuentan
una nota donde el hombre aquel todavía se me instala

la calle sigue haciéndonos caminar
la tecla cruje su silencio
el diariero se acerca con la revista del día
y el bar nos recibe con un aire banal televisivo
donde
un locutor dice que el hombre aquel todavía me ata

y así
de este modo
el movimiento de mis párpados
busca entre los pliegues de mi cuerpo al hombre aquel
que tanto me ha soltado

lunes, 20 de agosto de 2018

De noche noche


viene desde no se sabe cuándo
arranca desde un lugar familiar indefinido
anida en todo el cuerpo pero, cuchillo al fin,
queda entre los pezones y la pelvis

allí se ubica este vacío

prefiere la noche y necesita dinero
tiñe las cosas con una desesperación ansiosa
desata movimientos conocidos:
rutina destempladas que se resuelven hiriendo

así actúa este vacío

generará insatisfacción
romperá programas
construirá dolores
creará incomodidades

así es este vacío

propondrá la lectura de revistas del corazón
mirará programas de chimentos
encarcelará la inteligencia que se tenía
partirá en dos el deseo

así se comporta este vacío

dirá sus mil lenguas seductoras
mareará las mejores intenciones
atará libertades
macerará odios hasta hacerlos perfectos

así hace este vacío

daña la construcción de la sangre
anuda articulaciones
ensancha el rostro
abandona la posibilidad del baile

así construye este vacío

mantendrá la puerta cerrada
las ventanas apenas
tendrá la cama sin hacer
alguna ropa sucia

así se instala este vacío

deja al cerebro girando en una sola dirección
ensancha las caderas
mutila vuelos
inmoviliza el encanto

así triunfa este vacío

y mientras parece que no hay escapatoria, no hay escapatoria
y la conclusión ahoga toda réplica
y la pulsión va siempre hacia el mismo lado
y no queda fuerza para otra dirección
y lo que fue decisión se va diluyendo en nada
y lo que se pensó posible se va de las manos
y un pasado se ríe con picardía mientras es descubierto

este vacío, este sediento, este pedigüeño, este mendigo
instalado en el centro del cuerpo
sentado como un buda pueblerino
ladrón de poca monta que se cree majestuoso
roba descaradamente

este vacío te saca
se lleva
sustrae
invade
lacera
muerde lo vital de tus ojos mirando
lo vital de los ojos de otros mirándote
lo vital de tus manos y el futuro

este vacío te marchita en el estigma
te deja a merced de los rigores del sistema
te invita a vivir afuera
recelando de todo
dudando y maldiciendo como una viuda virgen




martes, 6 de marzo de 2018

un dolor





ella traía un rouge en la cartera, apenas lo usaba
tenía –entre los dedos- la memoria de miles de kilómetros de escoba
y sabía que lo que había barrido se amontonaba en algún lugar desconocido que, de todos modos, volvería

usaba una pollera levemente gastada y mostraba ternura cuando estaba segura de que no sería arrastrada por los brazos del poder
no recuerda haber brillado nunca
ni siquiera en brazos de su madre…
es verdad que arrastra un dolor pero es un dolor tan leve que es difícil de asir, evitar o disolver

sábado, 3 de marzo de 2018

el vikingo




moldeaba el vaso como para elixires de primer orden
acariciaba como un vikingo
y se reía de cara a la ventana como en un barco

nada lo hacía retroceder –solo su madre-
y mientras tomaba el tren para su yugo
daba tres palmadas al aire como diciendo: el día es nuestro

se había dejado crecer las patillas
fumó una tarde cuando tuvo sed y cosquillas
amasó un pan con sabor a torta frita y esperó la lluvia

nos acurrucamos
eso fue todo








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domingo, 21 de enero de 2018

Insostenible



a Cacho in memorian

“Tanto dolor se agrupa en mi costado
 que por doler me duele hasta el aliento.”
Miguel Hernández

“(…) por favor, no te sigas muriendo.”
Enrique Estrázulas


El nudo se instala, la lágrima se instala y los terremotos de este diciembre no me arrancan de tu recuerdo.
Nada parece más importante hoy, nada me toma del mismo modo.

Traigo aquí, siento a mi lado nuestro proyecto de dúo.
Tu magnífica reacción ante el insospechado regreso del mendocino errante
y pienso que nunca te cociné nada, no te hice una cena, no lo recuerdo. ¡Qué raro!
Recuerdo mis viajes a Haedo. Ese ensayar de los domingos para ahuyentar los demonios del atardecer.
Y conocer la rutina del tren y los túneles de la estación como si por una vez fueran mi territorio.

A veces te metías en problemas…
eras el que debía decir las cosas.
Pero también recuerdo que ese papel te cansó y fuiste manso.
Firme pero manso y se te vio más tranquilo.

Ya no estás
ni el juego de fósforos con David
ni los ojos de David muriéndose de risa
ni tu compañía de cuando los dos estábamos solos.

Ahora ya no estás para decir que hagamos canciones
que es fácil
que no las tire a la basura.

Y pregunto por nuestros viajes a Monte Grande
por tus rimas cuadra a cuadra y cierta maledicencia que te hacía exquisito.

Ayer volví a ver la mirada de mi hijo mientras le contaba de esas noches
volví a ver la sonrisa que producías en los chicos chicos
y tu propia risa riendo de la risa que producías.

Fuimos amigos en eso que llamamos noches perdidas
sin amor
sin alcohol
sin éxito
nosotros dos sentados frente a la computadora
deshaciéndonos de risa con videos de bloopers hasta no poder respirar
y el cielo
y la calle Emilio Mitre haciendo su trabajo de recordarnos que el mundo injusto seguía allí.

Ahora recuerdo contarnos mil veces las mismas historias
mirarlas desde otras distancias
sentados en otras ideas:
que si hubiéramos hecho esto o aquello,
que si Juan o Pedro,
que si eran enfermos o estúpidos.
Que si eran mejores que nosotros…

También recuerdo las veces que el pasado se volvía insostenible.
Pero, desgraciadamente, ahora, hoy, el presente me resulta insostenible.
No puedo, no quiero tener que vivir sabiendo que no te tengo a tiro de llamada telefónica.
No sé qué hacer con este dolor que me invita a dormir y solo dormir para distraer la vida por un rato.

Me aliento pensando en tus hijos, en tu compañera.
Me refuerzo pensando en todo lo que hiciste y en la preciosa precisión de tu voz.
Sonrío pensando en cómo jugarías con tus nietos. Pero no me alcanza.

Nada alcanza cuando ya no puedo alcanzarte para escucharte hablar por enésima vez de aquel Cosquín.
Historias que te pedí mil veces que me contaras
porque yo las quería desentrañar con mi estúpida manera de hacer análisis sin título.

Recordar tu recorrido por las peñas, tu forma de hacerte cargo de las cosas como si nada fuera imposible.
Recordar las muertes que te surcaron y los infinitos amores. Amores arrasadores que yo no entendí pero de algún modo entendí.

No sé cómo voy a hacer para no tenerte a mano.
Es algo que tengo que aprender. 
¿Aprenderé?
Hasta aquí todo es incógnita.  

Asustada todavía, vuelvo a escuchar la picardía de tus frases, el brillo en los ojos y tu orgullo.
Hablar de nuestros hijos siempre fue algo maravilloso
como recordar a los viejos amigos –amigos tuyos- de los que yo quería hasta el color del pelo por cómo los describías.

Todos dicen que este dolor pasará.
¿Será posible?
Este dolor tiene algo de incredulidad, desasosiego, ira… pero no tiene cosas pendientes.

Tal vez eso sea un alivio.