viernes, 9 de junio de 2017

El camino a casa

Con la muerte a mi favor y día a día, el invierno se construye.
Vengo de una estirpe sin nobleza.
De un país que no conozco y del que no se su nombre.
Tal vez mis abuelos supieran nombrarlo.
Entonces, las raíces se deshilachan.
De dónde vengo.
Con la muerte a mi favor me acerco a julio mirando series en continuado.
La sociedad me dice que hay dos modos de quererla y no lo logro.
Fui a la verdulería.
Encontré lo que buscaba en el supermercado chino y airada de lágrima se resbalaba la idea de un futuro precario.
El cordón de la vereda me anunciaba el final del recorrido.
No había carnaval en mi ceja.
No pude hacer mi dibujo con rimmel por debajo de los ojos.
No escondí mis ojeras.
Canté una llovizna que arrullaba al trapito de la cuadra y me mordí los labios.
El día estaba perdido.
El vaticinio se cumpliría si no me atrevía a cambiar el camino a casa.

jueves, 8 de junio de 2017

Hace frío

Algo canta con el resfrío de la tarde.
Hace frío.
Las redes sociales me hunden en la desesperación del mudo.
No hay árboles resistentes, todos han quedado si hojas.
Las ramas, desnudas, dicen que el barrio ha muerto de tanto buscar un futuro burgués.
Me anudo.
Se me viene encima la idea de una billetera que va a matarme de hambre y quedo sin cimientos.
Estoy siendo vulnerable.
Estoy quedando sin alrededores amistosos.
Mi cabeza se hunde en la desesperada Irene que no puede dar aliento.
En la niña Irene.
En la muñeca colgada del balcón en el recorrido del colectivo 7 hace un siglo.
La tarde de jueves disuelve los acuerdos. El Papa se me escapa entre los dedos.
La religión de mis socios me encabrita.
Hace frío. No es un gran frío. Es una embestida de la orfandad.
Es un lazo con la fobia, una ansiedad.
La terrible impresión de que no voy a poder salir airosa.

jueves, 1 de junio de 2017

Yo quería ver tus ojos

Yo quería ver tus ojos
convencerme. Quería ese mar en mis manos.
Quería todo lo que pudiera secarme la sed.
Quería abrazar el mundo con tus notas.
Quería los silencios.

Pero la hora no era la correcta.
El día ya era pasado. Un siglo –cosa de poca monta-
resultaba un universo infranqueable…
No prosperaría mi deseo.
Y como tantas cosas / tus ojos quedarían para un futuro informe.