martes, 9 de marzo de 2021

La avenida en mi cintura



La avenida,

aduciendo su nombre de prosapia,

se abre a mi paso mientras la cintura que cargo

pide a gritos ser destronada del dolor.

 

Serán los años

serán las quietudes; la falta de andares o bailares,

serán lejanas como flores las baldosas donde podré caer

y el miedo:

un desencuentro con el tiempo que trata de revelar la verdad del calendario

mientras mis deseos dicen que apenas tengo treinta y nueve.

 

La venida,

la luz de un sol y mediodía encaran mis zapatos

e intento

no molerme a palos y respiro,

pido gancho, llamo a la ambulancia imaginaria del analgésico

y, finalmente, me planto en medio de la plaza para darle aire a mis ansiedades.

 

¿Será verdad este dolor?

¿Serán unos músculos cansados de mí que abandonaron su tarea?

¿Seré yo finalmente agotada de andar?

¿Será un cuerpo ingobernable pidiendo ser atendido? Y desde dónde quiere ser atendido si no llego a entender el dibujo de sus quejas.

 

¿Será verdad el ahogo, el miedo, incluso la audacia?

Voy perdiendo la posibilidad de responder a esta melodía.

 

La avenida sigue siendo cierta.

La camino desde el abismo y pocas veces:

este tiempo de obuses y latigazos me tiene a medias atada/alada y apenas limpia.

Probaré otros pasos por si fueran posibles.