Vamos por el cuerpo a tentar cocodrilos
vamos por el cuerpo y vamos por las manos
si ampliamos el espectro la calle nos parecerá un lago de moho
y más allá un arco de lava lamiendo sus adoquines.
Si, podría ser que se hablara del placer
pero el olvido tiene un arco demasiado ancho como para dejarse morir
y el pasado –con todo lo que de él sabemos o no- nos construyó muro y frío
sin preguntar si era eso lo que queríamos.
Los días, así, amarrados al olvido o a un recuerdo que no remite con precisión a la caricia
se van engarzando como atadura y no como alhaja
mientras el castor hace diques de tintes infranqueables.
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