moldeaba el vaso como para elixires de primer orden
acariciaba como un vikingo
y se reía de cara a la ventana como en un barco
nada lo hacía retroceder –solo su madre-
y mientras tomaba el tren para su yugo
daba tres palmadas al aire como diciendo: el día es nuestro
se había dejado crecer las patillas
fumó una tarde cuando tuvo sed y cosquillas
amasó un pan con sabor a torta frita y esperó la lluvia
nos acurrucamos
eso fue todo
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