jueves, 9 de junio de 2011

Padres y los vecinos

También la tecla ancla de noche la luciérnaga. Mis vecinos inundan el escalón de silencio para que yo no duerma. Esa es la pupila que repudio.
La nube de odio que mi sangre subleva, tiene de cóndor lo que las olas de espuma y en collar y en andes, andaré empujando lo poco que de salud me queda.
Los vecinos ensanchan mi ira hasta lo inescrutable y necesito vender de mí los segundos que se esconden de sueño. Nada me desata nada me libera nada me desahoga. Collar de mis hundires el sueño de la madre, la paupérrima benevolencia del padre y los vecinos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario