martes, 11 de enero de 2011

5 partes de hoy

I

Un fantasma se me acerca,
se apoya en mi hombro resucitando la figura del pirata y me da
—conmovido por un tinte de violencia—
una sonda de aliento para que antes de explotar, mi odio sirva a las palabras.
El fantasma trae sus ojos de miope y el convencimiento de que la neutralidad muere con los mismos neutrales
y que esa impericia no puede pasarnos a nosotros, tan embarcados al dolor ajeno.
El miope sabía cómo debía escribirse para que el hoy no naufragara.
Era profundo y caviloso y yo lo amaba.
No tengo sus virtudes.
Soy de otra estirpe pero la injusticia me trepana.
Rindo a su memoria esta brizna de valentía y asumo que en mi alarde juego con su memoria
inalcanzable.
En su honor digo:
Ya no la justicia, una gota de cosas justas los desata:
aparecen los colmillos, las zarpas; se montan a sus robados privilegios y comienzan la faena:
Vienen de rapiña.
No soportan que todavía tengamos zapatos.
Nubarrones, tormenta que se desencadena y escupen sus discursos.
Salivan, se desatan.
No pueden parar.
Rastreros.
Alienados de causas pueriles.
Arrebatadores de todos los colores.
Reyes del complot.
Se desatan.
No pueden parar.
Negreros.
Finos esclavistas.
Estiletes genocidas.
Salivan, se desatan.
Vociferan.



II
Después de tener las uñas del frío;
después de haber hecho coincidir en mí todo lo sufrible de esta ciudad y sus mandones
me vienen a cantar la sinfonía UCEP de patadas rimbombantes.
Mi cuerpo no vale los gastos que se toman
minado como está de penas y deudas.
Pero ellos vienen, gringos y gimnasio, a practicar sus guerras sucias contra mis insignificantes pertrechos.
De pronto soy un peligro porque sufro
porque soy su evidencia
porque se me ve.
La ciudad de Mauricio necesita su propio genocidio y él,
con su cara blanquísima y oleosa,
hace su faena: ha descubierto, por fin, de mano de sus privilegios, el odio de clase y lo practica.

De una buena vez Buenos Aires será europea y podrá tener para carnaval el baile de las chicas Berlusconi encaramadas al papamóvil de Paseo Alcorta.
Nuestros bombos desatados golpearán en el vacío:
ya no hay pobres, ni morochos, ni bolitas. El triunfo es rubio como el whisky y no festeja transpirando.



III


El fantasma convocado no alcanza.
La poesía se me rebela y desaparece.
Apellidos, fechas, discursos;
campañas...
Es mucho para esta torpeza y es tanto el odio que tampoco deja espacio para que hable el silencio.


IV


No parecen tener edad.
Andan por mi barrio y se duermen en la esquina
de cualquier manera.
Se sacan los piojos y dan miedo.
Un rayo de otredad
de distintez
se cuela entre los espacios y no hay contacto, pero al sentir el tenor de mi mirada desnudo lo sublime y lo horrendo de mí.
Mientras la esquina como cama es el idioma de la total desprotección, o sea,
en ese punto donde todo se nubla y no nos deja mover ninguna piedra
dice presente lo que vino después de tanta muerte: más muerte.


V


Los buitres hablan de la pobreza y la carcajada del mundo resuena a escupitajo.
¡Madre mía! Sálvanos de estos animales que a paso estricto vienen midiendo sus fuerzas a costa de costos que siempre pagamos nosotros.
Y Carlos Garetto dice “plan de lucha”
y eso significa que hasta rapiñan nuestras palabras.
Reyes de la expoliación sueñan con dejarnos sin piel, puro rebaño para sus destrezas.
¿Y qué necesitan? Aristócratas del capital, abrazados al papa y salvados por pomposos obispos
juegan con nuestras vidas alistándose para corromper y regar sobre nuestros panes, oros de glifosato y juntas militares.

Todo cuaja cuando el mediopelo asiente.
Eleonor, Gerifonte, Guacurí... halcones que se alimentan de nuestras necesidades; bayonetas de mercado para cantar a la corrección desde la cabeza de Magneto tocando el clarinete o la señora que noblemente encontró a su hija en el jardín y los jueces le creyeron.
Y cuando Biolcatti —desde su toro enfurecido— grita por la inconcebible pobreza es por fin el momento propicio para descubrir que los pelos salen de todos los rincones y que estos coros no son más que apellidos resonando a viva el cáncer.

Ellos son los dueños inventados por Roca. Han crecido a la sombra de los muertos que no mató la conquista y que fue necesario carnear para alimentar la fogata del progreso.
Apenas los hemos tocado con pluma de ley y ellos se desmadran.
Una mujer de ojos grandes, un señor algo bizco y un proyecto apenas bueno, han desatado sus iras y los buitres de nuevo, como un resorte,
vociferan y amenazan con rictus marcial. (Llevan en la memoria cientos de gobiernos trastabillantes y la emoción de haber insultado a Alfonsín por sobre todos sus votantes con el descaro de ser los poseedores de la patria).
Ellos denuncian con zapatos de carpincho y chambergos de cinco mil pesos abrazados al retrato de todos los Martinez de Hoz que en el mundo han sido
y acarician
las cabezas de los hijos de sus peones mientras le sonríen a la sirvienta cuando le alcanzan el uniforme nuevo.
Aves de rapiña en su salsa, se desabrochan el cinturón y se desgañitan para que por fin olvidemos y nos gritan:
¡No son muertos vuestros muertos! Solo seremos serios cuando la memoria se hunda y nos reconciliemos dejando en sus manos —pletóricas de mutilaciones— la historia que deberíamos creer.
Solo seremos serios cuando dominemos el buen decir y sonar de Bonelli y el peinado de Nelson Castro y en ese derrotero por fin hagamos lo correcto saliendo a lamer la huella de sus 4 x 4 agradeciendo —agradecidos— todo lo que hacen por la patria.

2 comentarios:

  1. Rusa, te adoro...sencillamente. Gracias de nuevo por tanta poesía. Y por estar ahí, como un vuelo de aire, respirando.

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  2. La impronta de tu letra embellece las palabras. No te atrevas a dejarnos huérfanos de esa transmisión.
    Libro, ya.

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