sábado, 11 de diciembre de 2010

Por Alejandro

Desamorada la puerta,
no se imagina el pedido ni lo advierte.
Sus ojos tienen un reclamo y dos pasados.
Algo sonó a brillo
en sus labios
pero fue nada.

Desamorada la puerta no lo retiene
siempre lo está dejando afuera cargando con la distancia.
Ahora que lo pienso es demasiado bello para mi pulsión.
Sus labios son demasiada mordida.

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