sábado, 20 de noviembre de 2010

Discurriendo

La estrella ha perdido sus puntas, la mano irrumpe, hacer callar es su misión colateral triunfante y se da por  muerta toda revelación.
Es en esta mañana
es en este tiempo
yendo por estos caminos que la repetición hambrea los sueños.
Todo es pesadilla, monumento al esfuerzo inútil y parasol en Londres.
Uno ya no está vivo, discurre, se solaza en el tabaco o manoteando porciones del vacío para edulcorarlo de dignidad.

Somos sinuosos, estrategas en postergaciones, especialistas en retiradas.
Somos pasto para nuestras fieras y manto de olvido y telaraña.
Con los goznes oxidados nos dedicamos al insulto y en esas verbenas damos paso a las ratas para que roan los restos de nuestros encajes.
Y la mañana sigue.
Parece que todo el mundo sabe a dónde va.

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